Segunda reseña de nuestros amigos de Saco de Dados, siempre descubriéndonos nuevos horizontes.
La mitología zombi es tan amplia, y crece tan rápidamente que temas, hasta ahora impensables, han sido abordados por diferentes
creadores. Hoy vamos a tratar dos productos que dan un giro de tuerca al tema
de la no muerte, en concreto de la serie inglesa In the flesh y la
película española (aunque rodada en inglés) Los retornados. El tema; los
zombis como enfermos recuperables.
La ventaja de que hayamos visto decenas de historias sobre el alzamiento zombi
es que esto da la posibilidad a los autores más creativos a poder elegir como
punto de partida cualqueir punto en la línea del levantamiento de los muertos
pudiéndose dar todo lo anterior como sobradamente explicado. Así se hace en
ambos productos, que nos sitúan pocos años después del cuasiapocalipsis zombi,
sin necesidad de largas escenas introductorias ni voces en off explicándonos
qué ha ocurrido. En ambos casos también, aunque dispongamos de poca información
de lo que ha pasado, el alzamiento de los muertos ha causado grandes bajas y
terribles sufrimientos pero ha sido superado sin repercusiones irrecuperables
ni sin alteraciones en nuestra forma de vida; las ciudades siguen más o menos
intactas y la tecnología no ha sufrido un paso atrás.
El cambio principal que suponen esta película y esta serie (separadas apenas
unos meses en el tiempo, pero cada una con su propio estilo y enfoque) en el
género zombi es que –con matices- la Plaga es una enfermedad tratable.
En In the Flesh, el “Alzamiento” ha sido algo diferente a lo que
últimamente. En esta serie británica de 2013, de tres capítulos de poco menos
de una hora, se nos cuenta la historia de Kieren Walker (sí, sí, Walker, tiene
gracia la cosa), un chico aquejado del Síndrome de la Muerte Parcial que,
tras vagabundear un tiempo como zombi llevándose lo que podía a la boca,
regresa a casa bajo la tutela de sus padres tras encontrarse una cura a su mal.
En In the flesh, con todo, no hablamos de un virus altamente contagioso
que mate y posteriormente resucite a los muertos, no. Aquí se produjo un
extraño hecho (no explicado) en el que una noche, los muertos a lo largo del
último año se levantan de sus tumbas, como si del video de Thriller se tratara,
y se lanzan a devorar a los vivos. Los que posteriormente mueren no resucitan
y, aunque estos zombis son bastante invulnerables (sólo les matan las heridas
en la cabeza), la horda no aumenta. Este punto me pareció algo flojo, pues si
en este momento se alzasen todos los muertos fallecidos en los últimos meses,
nuestro mayor problema sería un grupo de cadáveres de ancianas de frágiles
caderas ansiando nuestros cerebros, pero bueno, no es lo importante.
De algún modo, se halla una cura para esta enfermedad y los “zombis”, tras
recibir una inyección diaria en la médula espinal y una cuidada atención
psicológica (los recuerdos de lo que hicieron y la culpa les persigue), pueden
volver con sus seres queridos. Pero, ¡ojo! No hablamos de infectados; los
zombis de In the flesh están genuinamente (al menos en parte) muertos,
con lo que su piel es mortecina, sus ojos blancos y sus entrañas comenzaron a
pudrirse (de hecho, conservan su invulnerabilidad), así que son fácilmente
identificables entre la multitud. Los afectados han de recurrir a maquillaje y
a lentillas para llevar una vida normal, pero el disfraz es burdo y muchas
veces. inefectivo.
Kieren, el protagonista, regresa a su pueblo con sus padres en un momento en el
que las heridas aún no están cerradas. Todo el mundo perdió a seres queridos a
manos de los zombis y la ciudadanía, mal protegida por un gobierno superado por
las circunstancias, se tuvo que organizar en grupos paramilitares de
autodefensa. Por desgracia, tras la llegada de la paz, muchos de estos grupos
se mantienen, y trasladan su odio a los zombis a un recelo enfermizo por los
enfermos del Síndrome de Muerte Parcial, a los que no están dispuestos a
integrar.
Sin entrar más en la trama, In the flesh analiza los prejuicios, los
problemas de integración (Kieren ya tenía dificultades para integrarse en su
pueblo cuando estaba vivo, seguramente debido a una homosexualidad no
mencionada en la serie), los remordimientos y la vuelta a la normalidad de esta
población. Se adoptan diferentes puntos de vista y situaciones para ello, no
sólo entre los vivos, con los padres que celebran la vuelta del hijo pero le
sobreprotegen, o con familiares extremistas que se encuentran con que un ser
querido es un “pútrido”, sino entre los enfermos, con enfoques desde el
tormento por la culpa a la aceptación, pasando por un interesante, pero poco
analizado, grupo que sostiene que los no muertos son los elegidos por Dios.
Cargada de situaciones emotivas –la “caza” de un par de zombis no tratados, o
las palabras del padre de Kieren sobre cómo se sintió con la muerte de su
hijo-, In the flesh es también un análisis interesante de cómo acogería
la sociedad a unos enfermos de este tipo. Analogías y paralelismos con la vida
real están ahí para que cada uno de nosotros las interpretemos a nuestra
manera.
En el caso de Los Retornados (Manuel Carballo, 2013) el virus de la
zombificación (más parecido a lo visto en otras ficciones) no es reversible
pero si controlable en los primeros estadios. En plena crisis se desarrolló una
contramedida contra la infección, sintetizada a partir de líquido
cefalorraquídeo de infectados, y que el afectado ha de infectarse a diario. El
problema -muy astutamente desarrollado por los guionistas- surge cuando, al no
haber zombis, no hay posibilidad de sintetizar el medicamento y la escasez, que
comienza como un rumor conspiranoico, se convierte en la amenaza real de que
una nueva oleada de zombis arrase de nuevo al mundo. Los temas que se tratan en
Los Retornados son similares a los vistos en In the Flesh; el
trauma de la infección, el rechazo de la población (aquí sí que es fácil pasar
desapercibido, pero es indispensable la discreción) y el miedo a caer en un
estado de nomuerte. Una película sin prácticamente nada de acción, centrada en
los personajes, sus relaciones y sus sentimientos, interesante por analizar los
efectos de la plaga no sólo a nivel personal, sino a nivel social, algo
normalmente dejado a un lado en obras centradas en la mera supervivencia.
Así que estamos ante dos productos muy interesantes,
comparables en contenido e incluso en duración, pues toda la serie In the
flesh no supera las tres horas (aunque parece que se está rodando una
segunda temporada), diferentes a lo que estamos acostumbrados a ver. Yo
personalmente os recomendaría Los retornados por encima de In the
flesh, pero es una opinión y, obviamente, no son excluyentes. La serie
inglesa, con todo, ofrece el añadido de una posible sociedad, cultura, o
simplemente grupo de apoyo entre los “ex-zombis” que, ya sea por sentirse
especiales, por verse rechazados o simplemente por no ser entendidos, crean una
comuna... o secta. Tema interesante que esperemos sea atendido en la nueva
temporada.
Que tanto In the Flesh como Los Retornados nos
sirva para pensar, la próxima vez que apuntemos a un zombi a la cabeza, que
quizá, dentro de ellos, quede algo de lo que fueron. Y que, tal vez, por una
vez, merezcan ser los protagonistas de la historia.
tengo muchas ganas de ver esa serie, la he visto ya recomendada en varios sitios.
ResponderEliminarLos retornados no tengo tanto interés pero está en la lista ;)
A mí también me ha picado el gusanillo. Ya tengo entretenimiento para los próximos días ;)
ResponderEliminarRetornados, una pasada de peli, pocos zombis, pero ni falta que le hacen ^_^
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