miércoles, 21 de mayo de 2014

Dossier #6: 'Apocalipsis Z', de Manel Loureiro



Esta reseña apareció por primera vez el 20 de septiembre de 2010 en El Opinómetro.


"De repente, un estruendoso sonido metálico me dejó totalmente paralizado. Había sonado como si alguien hubiese tropezado con un archivador, un carrito o algo por el estilo, seguido de un prolongado gemido. El sonido parecía provenir de bastante lejos (juraría que un par de plantas más arriba) pero bastó para ponerme los pelos de punta.

(...)

El ruido del disparo parecía haber desencadenado una oleada de sonidos en todo el hospital. Puertas que se golpean, entrechocar de objetos, algo que se caía sonoramente contra el suelo (¿una camilla, quizás?) e incluso golpes sordos y apagados en los tabiques, conformando toda una sinfonía pavorosa. Y gemidos, sobre todo. Los putos gemidos. Cómo olvidarlos".

'Apocalipsis Z' es el vivo ejemplo de que el talento puede encontrarse con la suerte y dar lugar a un proyecto serio a partir de una idea muy básica. Manel Loureiro comenzó a escribir un relato de zombis en un blog con unas metas muy elementales. La historia, como es de suponer, pronto tomó las riendas y empezó a crecer por sí sola, convirtiendo un blog novelado en primera persona en una novela como dios manda, hasta el punto de atraer la atención de Dolmen Books, la editorial española hiperespecializada en zombis.

Reconozco que en esta fiebre literaria zombi que venimos padeciendo en los últimos tiempos, tiendo a huir de este género como de la peste. Se me activa un mecanismo de defensa en alguna parte del cerebro que me ahuyenta de los ríos revueltos, de la moda inseminada del monstruito de turno, sea zombi, vampiro, abogado, médico o cualquier animal de la variada fauna literaria. Es más, en múltiples ocasiones había pasado ante este libro, de viva cubierta roja, pensando irremisiblemente "otro libro de zombis, qué coñazo". Y, la verdad, es que no sé si es uno más, porque tampoco es que haya leído tantos, pero el caso es que a instancias de un amigo que no sólo se había leído éste, sino también la secuela, editada por Plaza y Janés, me armé de valor y lo compré. Hoy puedo decir que no me arrepiento.

La gran baza (no digo que novedosa) de 'Apocalipsis Z' es que narra la historia en primera persona, metiéndonos en la piel de un abogado acomodado de Galicia que, día a día, se ve sorprendido por un estallido vírico que se inicia en una base rusa asaltada por integristas islámicos. En un mundo absolutamente globalizado como el nuestro, el virus se extiende por el mundo como la pólvora (recordemos la paranoia de la gripe A) y, en menos de lo que cabe esperarse, los muertos empiezan a despertarse en todos los países del mundo.

Si bien no sorprendente, como digo, el estilo de la narración es muy ágil en su relato de los acontecimientos que desembocan en la aniquilación de la civilización humana vista desde los ojos de este personaje que me apuesto a que tiene mucho de su autor. Encerrado en su casa, el protagonista del que nunca sabremos su nombre, se va aferrando a los cada vez menos canales de radio y televisión que emiten boletines, consciente de que cada segundo puede ser el último. También está pegado a la red, en la que empieza a escribir sus experiencias diarias. Pero pronto empieza a fallar lo que solemos dar por sentado: la energía, los servicios básicos, el abastecimiento de alimentos, etc., y su casa se convierte en su fortín con visos de ser también su ataúd. Negándose a ser evacuado a los llamados Puntos Seguros, será testigo del repliegue de la civilización y el avance de los No Muertos.

Lo interesante de este relato, como tantos otros que podemos encontrar en diversas antologías, es cómo se detiene en los pequeños detalles cotidianos y en la profunda influencia de la adaptación y la improvisación como ingredientes esenciales para sobrevivir a un mundo que se ha venido abajo sin tener presente que seguimos necesitando asearnos, comer, beber agua potable y curarnos heridas o enfermedades. Como es de imaginar, la historia será un viaje a lo desconocido, ya que permanecer en un mismo sitio es un billete directo a la muerte.

El tratamiento que da a los zombis no es muy original, pero sí ahonda en ocasiones en sus pautas de comportamiento, su sensibilidad al ruido en un mundo que ha enmudecido inexorablemente y su inexplicable capacidad de percibir la vida para alimentarse de ella. Todo ello de forma ocasional y sutil, sin llegar a entorpecer el el desarrollo del argumento. En cierto modo, recuerda la inquietud con la que nos agsaja 'La carretera', pero con una espada de Damocles menos sutil, si bien pareja en lo explícito de algunos pasajes nada adecuados para estómagos sensibles.

Sin duda puedo decir que me he divertido mucho leyendo la ágil narración de cómo los personajes de esta historia padecen de lo lindo mientras buscan soluciones a sus problemas, que, dadas las circunstancias, es para ellos como el respirar. Muy recomendable a pesar de las erratas e inconsistencias sintácticas, que se suceden más de lo aconsejable desde un punto de vista editorial. No supondrá un giro de tuerca en el género, pero satisfará los apetitos de los que, como yo, vean un especial atractivo morboso a los No Muertos dentro de vasto género del terror.

2 comentarios:

  1. A mí me gustó y decepcionó a partes iguales. Me gustó la ambientación y ver el día a día del protagonista, pero no la forma de trasmitirnos era rutina. Si la idea de la transcripción se hubiera basado en una grabadora de mp3 para mí habría tenido más sentido que un portátil. Pero bueno, cuestión de gustos.

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    1. No te falta razón en que no queda muy realista eso de ponerse a escribir en una libreta mientras los zombis intentan comerte día a día. Solo me he leído esta y la siguiente, y esta me gusta más con diferencia. Tengo pendiente la tercera. A ver qué tal...

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